Por Martín Saavedra Bereche
En Xpression
Dance Studio, en la ciudad de Sullana, vimos la secuencia de la danza en la
que nuestros alumnos y nuestras alumnas
abrazan su interior a través del movimiento, comunicando a través de los
espejos sus emociones y sus temores, transformando el momento en una
experiencia viva compartida en grupo.
Foto
por Martín Saavedra.
Hoy
en día niños, niñas y jóvenes llevan una
vida llena de ocupaciones, que es el reflejo de la vida de adultos y adultas, y
lo asombroso es que nos parece inevitable que un niño tenga las mismas horas
laborables que un adulto. Hay un grado de estrés muy importante en ellos y
ellas.
A
menudo se dice que son niños, niñas o jóvenes con hiperactividad o con déficit
de atención; pero también podríamos decir que son personas con estrés, y
algunos llegan a tener ataques de ansiedad o agresividad por el ritmo que
llevan.
La
Biodanza es especialmente indicada para ellos y ellas porque, a través de la
música, del movimiento y del grupo, se generan determinadas vivencias que
influyen positivamente en su crecimiento físico, emocional y mental puesto que
su estructura está de acuerdo con un
modelo científico.
En
él encontramos que nuestro potencial humano se desarrolla en cinco grandes
líneas de vivencia: la vitalidad, la sexualidad, la creatividad, la afectividad
y la trascendencia. Estas cinco líneas abarcan la totalidad de nuestra vida, y
su desarrollo y expresión nos indican nuestro grado de salud e integración.
En
Biodanza se crea un espacio para dar a la persona las oportunidades de poder
practicar y desarrollarse de forma equilibrada, pudiendo desenvolver su seguridad
personal y un mayor autoestima. También le resulta mucho más fácil la relación
con el resto desde la solidaridad y el respeto puesto que está organizada según
un modelo teórico y estructurada a través de un conjunto de ejercicios en los
cuales el movimiento, la música y las situaciones de encuentro generan
oportunidades para la evolución, aportando condiciones para que cada persona
encuentre formas más saludables de vivir, que incorporen la salud, el placer,
la alegría, la creatividad en todas sus expresiones, la afectividad, el
autoestima, el contacto y la comunicación.
En
sí la biodanza no consiste sólo en bailar sino en activar, mediante ciertas
danzas, potenciales afectivos y de comunicación que conecten al ser humano
consigo mismo, con el otro, la otra y con el entorno.
No
se trata de una mera reformulación de valores sino que es una verdadera transferencia
cultural; es un aprendizaje que permite una modificación esencial para el ser
humano y además busca que las personas accedan a nuevas formas de vida.
También
lee: Maceta,
haz tu maceta.
Post-producido por Sheyla Benavente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario