Una de las respuestas que se están haciendo más frecuentes en personas que inician cualquier tipo de entrenamiento en gimnasio, casa o al aire libre es: “Lo hago porque quiero sentirme bien conmigo mismo”. Y con eso marcan una posición muy clara respecto de quienes van con la evidente intención de construir músculo o simplemente estar en forma.
El
perfil de quienes dan esta razón es usualmente gente profesional con mucha
carga laboral o familiar, que se potenció durante la pandemia de la Covid-19, y cuyos niveles de
estrés son altos. En este grupo también están quienes perdieron familiares o
gente muy querida debido a la peste que se ha llevado decenas de millones de
vidas en todo el mundo.
Desde el
punto de vista de la salud mental, no hay mucho que explicar. El poder del
ejercicio físico como un generador de equilibrio emotivo está harto comprobado por la simple
razón de que el entrenamiento hace más eficiente tu segregación hormonal, en
especial el que evita o controla condiciones como la depresión o la ansiedad, y
regula tu metabolismo.
“ahora sí duermo de corrido desde las 11 de la noche hasta las 6 de la mañana”, nos cuenta un contador de 30 años de edad en Tambogrande, Perú, quien prefirió no ser identificado. Si bien durante mucho tiempo ha jugado fútbol, la ansiedad no tratada lo ha traicionado casi sin darse cuenta. Comía a cualquier hora, no dormía bien, de 70 kg aumentó a ¡más de 100 kg!Y solo tiene 1,72 metros de estatura.
Tras
ingresar a un grupo que entrena gimnasia y funcional, está bajando de peso (anda por los 85 kg),
ha notado que su salud física y mental ha mejorado, y encima su estado de ánimo
pasó de la ira a la risa y la calma. Sin embargo, cuando le pedimos posar para
unas fotos, declinó: “Ahí nomás; solo lo hago porque quiero sentirme bien
conmigo mismo”.
Igual
pasa con un comunicador social en Piura, Perú, 31 años, 1,83 metros de
estatura, y que de 100 kg ahora está pesando 90 kg… y bajando. “Yo no entreno
para que la gente me vea o me admire sino porque me siento mejor conmigo
mismo”, repite. Y todas las mañanas acude al gimnasio para su rutina de pesas y
funcional. Y testimonios como los suyos se repiten.
Y si
eres entrenador, ya lo habrás notado. Quizás te frustre el hecho de que, a
diferencia de otros alumnos que sí quieren mejorar su físico sea para competición o por simple vanidad,
este grupo no pone ese objetivo por delante.
No te
equivoques al interpretar que no les interesa crecer de forma visible. Lo que
en realidad les interesa es crecer internamente. Tu trabajo, antes que
criticarles por no ser como el resto, o cometer el error de compararles con el
alumno más musculoso de tu clase, es elevar sus niveles de motivación personal, desafiarles a ser una
mejor versión de sí mismos. Quizás en algún momento, necesiten conversar para
sanar, así que te recordamos cómo
proceder en esos momentos.
En la
medida en que reciban este tipo de retroalimentación, es probable que
progresivamente vayas estimulando su espíritu competitivo-deportivo, y ellos
mismos sean quienes se vayan agregando mayores niveles de exigencia hasta
conseguir resultados similares o mejores que los de tus alumnos de competición
o de ejercitarse-para-verse-bien. No te sorprenda si algún día, ellos mismos te
pidan que los prepares para el siguiente torneo.
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