viernes, 29 de marzo de 2019

Cómo comenzar a construir una marca personal



En los tiempos actuales, cuando cualquier mercado se vuelve altamente competitivo, sobrevivir a la pregunta “¿qué fisicoculturista o atleta destaca en tu localidad?” y hallar un “no sé” como respuesta, quiere decir que simplemente no existes, que tu trabajo o tu trayectoria no han impactado en gran parte o en una parte significativa de tu comunidad.

Claro que lo usual es no ser profeta en tu propia tierra; sin embargo, miremos más allá. Piensa lo que pasaría en un mercado global, donde las posibilidades en que tu nombre destaque gracias a las tecnologías de la información son, relativamente, más asequibles pero, notoriamente, más desafiantes.

Por eso, aquí te brindaremos algunos consejos que podrían serte útiles para comenzar a construir tu propia marca personal, es decir, lograr que tu identidad individual esté conectada a excelencia o, al menos, destreza en el fisicoculturismo o en cualquier disciplina deportiva.

1.       Ten clara cuál es tu identidad individual
Dos preguntas básicas y obligatorias inician todo el proceso de construir una marca personal: ¿quién soy? ¿qué sé hacer? Ojo, no estamos preguntando quién es la otra persona, o qué sabe hacer la otra persona; nos estamos enfocando solamente en ti.

Las preguntas son más que elocuentes; sin embargo, vale la pena que expliquemos rápidamente a qué se refieren: la primera busca identificarte con un nombre y apellido o un seudónimo (“Soy Fulano de Tal”); la segunda busca especificar qué destreza te destaca en medio de otras personas que también practican tu disciplina (“Me especializo en entrenamientos de potencia para la categoría de 80 kg”.).

El “quién eres” no se refiere a una idea gaseosa o una marca impersonal; se refiere a ti: tu nombre y apellido o tu seudónimo, la manera cómo quieres que la gente te conozca o cómo la gente ya te conoce y que puedes usar como tu marca. El consejo de mercadeo es que siempre uses un nombre fácil de recordar, y por lo general la norma dice que trates de usar nombres (y apellidos) de dos sílabas cuando mucho, excepcionalmente tres; además, procura que sea fácil de escribir y pronunciar tanto en tu idioma como en cualquier otro.

Sobre lo que sabes hacer, la clave es que sea aquello en lo que te sientas más cómodo y que te da gusto practicar una y otra vez sin aburrirte. No hay mucho secreto aquí: uno hace mejor y llega a ser el mejor cuando hace lo que realmente le fascina. Entonces, vas a tener que armarte de mucha sinceridad contigo mismo para hallar ese campo donde vas a destacar. Engañarte a ti mismo ya sea minusvalorándote o sobrevalorándote solo te va a frustrar, y así no llegarás a ninguna parte.

2.       ¿Quién eres cuando se apagan las luces?
Otra causa de frustración personal suele ocurrir cuando la imagen que proyectamos no tiene nada que ver con quienes somos en lo íntimo, cuando no somos realmente lo que decimos o mostramos. A eso se le conoce como disonancia cognitiva, y es un problema mucho más común de lo que sospechamos.

Si te has enfocado en ser un fisicoculturista o un deportista de éxito, enfócate en serlo no solo cuando todo el mundo te ve entrenando en el gimnasio o en la sala o cancha de entrenamiento, sino especialmente cuando nadie te ve. De nada sirve que te vean haciendo prensa de piernas con 120 kilos cuando a solas en tu casa consumes sustancias prohibidas.

Si no estás preparado para soportar personalmente la propia presión que esto significa, lamentablemente no estás hecho para brillar, lo que no descarta que puedas tener logros visibles pero que son insuficientes para una meta mayor. Piensa que no son en vano.

Otro consejo útil es evitar esconderse tras un nombre impersonal como una marca comercial porque se presta precisamente al juego de las caretas: públicamente puedes ser un gran referente pero en privado no, y el salto entre ambos campos tiende a ser peligroso; en algún momento una terminará invadiendo la otra, y ahí comenzarán los problemas. Por eso, lo mejor es que tu marca personal sea tu nombre o ese seudónimo con el que todo el mundo te conoce.

3.       Tu plan de crecimiento debe imitar a los árboles
El error máximo que comete cualquier fisicoculturista o atleta al inicio de su carrera es pretender que ya llegó a donde quería llegar. Falso. Apenas está comenzando. La pregunta es a dónde y cómo crecer en todos los sentidos.

Una dinámica que puede hacerte reflexionar al respecto es sembrar cualquier tipo de semilla, mejor si es la de un árbol. La semilla es pequeña y cuando brota es una inofensiva brizna; pero, con cuidado, tiempo y paciencia, puede convertirse en un frondoso y alto árbol bajo el que puedas encontrar sombra.

Lo mismo pasa contigo. Ir al gimnasio, inscribirte y sobrevivir a la primera semana de entrenamiento no es tu meta máxima, es apenas el paso cero, la semilla. te tomará varias semanas que tus músculos, o tu resistencia o tu velocidad comiencen a brotar. Te tomará meses que comiences a romper tus propias marcas. Podría tomarte años hasta que consigas tus primeros reconocimientos. Y tú tienes que estar altamente preparado para seguir todo ese trecho sin desmayo y a pesar de todo, especialmente el desánimo.

Y como en un árbol primero se fija la raíz, luego emerge un tronco, del tronco salen ramas, y de las ramas brotan hojas… igual pasa con tu carrera: comienza con metas pequeñas, una a la vez, que se hagan más complejas progresivamente hasta que consigas llegar a ese pedestal que estás buscando y por el que todo el mundo va a reconocerte… igual que se reconocen los árboles más altos y frondosos. Nunca te olvides de esa imagen.

4.       Reinvéntate cada cierto tiempo
Llegar a ser reconocido no implica que ganes un premio o un par de ellos. Ésa es una gran meta, pero no es toda la meta. De hecho, llegar puede costarte, pero mantenerte constante en el ttiempo puede costarte mucho más aún, y ésta es una de las formas cómo tu marca personal se mantiene no por meses sino por años, y hasta por décadas.

Si tienes claro quién eres, qué sabes hacer, a dónde y cómo quieres crecer, también debes tener claro que debes aprender a adaptarte a las circunstancias que aparecen conforme cambian los tiempos.

En ese aspecto, tienes que analizarte constantemente para saber innovarte, para saber reinventarte, para tomar algo de lo que sabes hacer muy bien o de lo que eres y trabajarlo de tal forma que mañana sea una mejor versión de hoy. Quizás una técnica de entrenamiento, quizás la dieta, quizás el espacio donde entrenas, o hasta quizás la apariencia. Aunque es cierto que una imagen se tiende a hacer más sólida a medida que acumula años, también es cierto que cuando no refrescas esa imagen podría comenzarse a quedar en el pasado aunque cronológicamente estés en el presente.

Ojo que no estamos hablando de estar fuera de moda, estamos hablando de saber responder positivamente y propositivamente a los desafíos que aparecen aquí y ahora, especialmente si aparece gente que intenta competir contigo. No le temas a la competencia; mas bien analízala para trabajar en tu propio proceso de evolución sin perder tu esencia.

5.       Prepárate para ser un mentor
Conforme tu experiencia y tu imagen crezcan, al igual que el árbol ha crecido, habrá gente nueva que querrá cobijarse bajo tu sombra, que es lo mismo que aprender de ti porque te identifica como un referente positivo. Alégrate si eso pasa porque significa que tu carrera y todo el sacrificio que te ha demandado tienen sentido.

Entonces, ni te pongas en una actitud en la que hagas a esas personas que se te acercan como dependientes afectivos o profesionales tuyos, ni te desentiendas de ellos porque crees que solo hay tiempo para ti. Dales espacio, dales tiempo, dales conocimiento, dales desafíos; pero también respeta sus espacios, sus tiempos, sus aprendizajes y sus logros.

Y jamás temas aprender de quien recién comienza. Posiblemente tenga que enseñarte (sin saberlo) algo que tú no sabías y que te toca aprender. Y recuerda que el truco no se trata de pretender ser quien no eres o desafiar a hacer lo que no haces. Tu ejemplo enseña más que tus palabras. Tampoco olvides desafiarlos a que no te imiten, sino que esas personas luchen por encontrar su propia identidad y habilidades.

6.       Maneja tu propio archivo
En tiempos actuales no basta tu palabra para sustentar tu experiencia, ni las recomendaciones o referencias de la gente que te conoce. Debes mostrar que le has dedicado tu vida a ser quien eres y ser el mejor en lo que sabes hacer; por lo tanto, tómate tiempo para ir armando y administrando tu propio archivo con fotos, videos, recortes periodísticos, entrevistas, diplomas, en fin, todas las evidencias que sustenten tu trayectoria.

Ten un espacio físico y otro virtual dedicados exclusivamente a guardar esa información. Ambos deben ser seguros y de fácil acceso para ti y para personas de tu confianza, y a la vez deben estar protegidos de otras personas que puedan alterarlos o desaparecerlos deliberadamente.

La utilidad de un archivo es doble: te permite reflexionar sobre todo lo que has recorrido (y ver si necesitas innovar algo), y es de mucha utilidad cuando los medios de comunicación te buscan para hablar sobre tu vida y trayectoria.

Materiales como álbumes, armarios, y por supuesto el uso de los sistemas de almacenamiento en línea que ofrecen diversas plataformas, especialmente de fotos y videos, te serán de mucha utilidad. Aprende a utilizarlos. Quien sabe en el futuro te permitan armar una especie de museo personal con lo que hiciste y fuiste en el presente.

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Gracias a Pedro Changanaquí por compartirnos las imágenes de su archivo personal que ilustran este artículo.

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