Por ChulucanasGym
En los tiempos actuales, cuando cualquier mercado se vuelve
altamente competitivo, sobrevivir a la pregunta “¿qué fisicoculturista o atleta
destaca en tu localidad?” y hallar un “no sé” como respuesta, quiere decir que
simplemente no existes, que tu trabajo o tu trayectoria no han impactado en
gran parte o en una parte significativa de tu comunidad.
Claro que lo usual es no ser profeta en tu propia tierra;
sin embargo, miremos más allá. Piensa lo que pasaría en un mercado global,
donde las posibilidades en que tu nombre destaque gracias a las tecnologías de
la información son, relativamente, más asequibles pero, notoriamente, más desafiantes.
Por eso, aquí te brindaremos algunos consejos que podrían
serte útiles para comenzar a construir tu propia marca personal, es decir,
lograr que tu identidad individual esté conectada a excelencia o, al menos,
destreza en el fisicoculturismo o en cualquier disciplina deportiva.
1. Ten clara cuál es tu identidad individual
Dos preguntas básicas y obligatorias inician todo el proceso
de construir una marca personal: ¿quién soy? ¿qué sé hacer? Ojo, no estamos
preguntando quién es la otra persona, o qué sabe hacer la otra persona; nos
estamos enfocando solamente en ti.
Las preguntas son más que elocuentes; sin embargo, vale la
pena que expliquemos rápidamente a qué se refieren: la primera busca
identificarte con un nombre y apellido o un seudónimo (“Soy Fulano de Tal”); la
segunda busca especificar qué destreza te destaca en medio de otras personas
que también practican tu disciplina (“Me especializo en entrenamientos de
potencia para la categoría de 80 kg”.).
El “quién eres” no se refiere a una idea gaseosa o una marca
impersonal; se refiere a ti: tu nombre y apellido o tu seudónimo, la manera
cómo quieres que la gente te conozca o cómo la gente ya te conoce y que puedes
usar como tu marca. El consejo de mercadeo es que siempre uses un nombre fácil
de recordar, y por lo general la norma dice que trates de usar nombres (y
apellidos) de dos sílabas cuando mucho, excepcionalmente tres; además, procura
que sea fácil de escribir y pronunciar tanto en tu idioma como en cualquier
otro.
Sobre lo que sabes hacer, la clave es que sea aquello en lo
que te sientas más cómodo y que te da gusto practicar una y otra vez sin
aburrirte. No hay mucho secreto aquí: uno hace mejor y llega a ser el mejor
cuando hace lo que realmente le fascina. Entonces, vas a tener que armarte de
mucha sinceridad contigo mismo para hallar ese campo donde vas a destacar.
Engañarte a ti mismo ya sea minusvalorándote o sobrevalorándote solo te va a
frustrar, y así no llegarás a ninguna parte.
2. ¿Quién eres cuando se apagan las luces?
Otra causa de frustración personal suele ocurrir cuando la
imagen que proyectamos no tiene nada que ver con quienes somos en lo íntimo,
cuando no somos realmente lo que decimos o mostramos. A eso se le conoce como disonancia cognitiva, y es un problema
mucho más común de lo que sospechamos.
Si te has enfocado en ser un fisicoculturista o un
deportista de éxito, enfócate en serlo no solo cuando todo el mundo te ve
entrenando en el gimnasio o en la sala o cancha de entrenamiento, sino
especialmente cuando nadie te ve. De nada sirve que te vean haciendo prensa de
piernas con 120 kilos cuando a solas en tu casa consumes sustancias prohibidas.
Si no estás preparado para soportar personalmente la propia
presión que esto significa, lamentablemente no estás hecho para brillar, lo que
no descarta que puedas tener logros visibles pero que son insuficientes para
una meta mayor. Piensa que no son en vano.
Otro consejo útil es evitar esconderse tras un nombre
impersonal como una marca comercial porque se presta precisamente al juego de
las caretas: públicamente puedes ser un gran referente pero en privado no, y el
salto entre ambos campos tiende a ser peligroso; en algún momento una terminará
invadiendo la otra, y ahí comenzarán los problemas. Por eso, lo mejor es que tu
marca personal sea tu nombre o ese seudónimo con el que todo el mundo te
conoce.
3. Tu plan de crecimiento debe imitar a los
árboles
El error máximo que comete cualquier fisicoculturista o
atleta al inicio de su carrera es pretender que ya llegó a donde quería llegar.
Falso. Apenas está comenzando. La pregunta es a dónde y cómo crecer en todos
los sentidos.
Una dinámica que puede hacerte reflexionar al respecto es
sembrar cualquier tipo de semilla, mejor si es la de un árbol. La semilla es
pequeña y cuando brota es una inofensiva brizna; pero, con cuidado, tiempo y
paciencia, puede convertirse en un frondoso y alto árbol bajo el que puedas
encontrar sombra.
Lo mismo pasa contigo. Ir al gimnasio, inscribirte y
sobrevivir a la primera semana de entrenamiento no es tu meta máxima, es apenas
el paso cero, la semilla. te tomará varias semanas que tus músculos, o tu
resistencia o tu velocidad comiencen a brotar. Te tomará meses que comiences a
romper tus propias marcas. Podría tomarte años hasta que consigas tus primeros
reconocimientos. Y tú tienes que estar altamente preparado para seguir todo ese
trecho sin desmayo y a pesar de todo, especialmente el desánimo.
Y como en un árbol primero se fija la raíz, luego emerge un
tronco, del tronco salen ramas, y de las ramas brotan hojas… igual pasa con tu
carrera: comienza con metas pequeñas, una a la vez, que se hagan más complejas
progresivamente hasta que consigas llegar a ese pedestal que estás buscando y
por el que todo el mundo va a reconocerte… igual que se reconocen los árboles
más altos y frondosos. Nunca te olvides de esa imagen.
4. Reinvéntate cada cierto tiempo
Llegar a ser reconocido no implica que ganes un premio o un
par de ellos. Ésa es una gran meta, pero no es toda la meta. De hecho, llegar
puede costarte, pero mantenerte constante en el ttiempo puede costarte mucho
más aún, y ésta es una de las formas cómo tu marca personal se mantiene no por
meses sino por años, y hasta por décadas.
Si tienes claro quién eres, qué sabes hacer, a dónde y cómo
quieres crecer, también debes tener claro que debes aprender a adaptarte a las
circunstancias que aparecen conforme cambian los tiempos.
En ese aspecto, tienes que analizarte constantemente para
saber innovarte, para saber reinventarte, para tomar algo de lo que sabes hacer
muy bien o de lo que eres y trabajarlo de tal forma que mañana sea una mejor
versión de hoy. Quizás una técnica de entrenamiento, quizás la dieta, quizás el
espacio donde entrenas, o hasta quizás la apariencia. Aunque es cierto que una
imagen se tiende a hacer más sólida a medida que acumula años, también es
cierto que cuando no refrescas esa imagen podría comenzarse a quedar en el
pasado aunque cronológicamente estés en el presente.
Ojo que no estamos hablando de estar fuera de moda, estamos
hablando de saber responder positivamente y propositivamente a los desafíos que
aparecen aquí y ahora, especialmente si aparece gente que intenta competir
contigo. No le temas a la competencia; mas bien analízala para trabajar en tu
propio proceso de evolución sin perder tu esencia.
5. Prepárate para ser un mentor
Conforme tu experiencia y tu imagen crezcan, al igual que el
árbol ha crecido, habrá gente nueva que querrá cobijarse bajo tu sombra, que es
lo mismo que aprender de ti porque te identifica como un referente positivo.
Alégrate si eso pasa porque significa que tu carrera y todo el sacrificio que
te ha demandado tienen sentido.
Entonces, ni te pongas en una actitud en la que hagas a esas
personas que se te acercan como dependientes afectivos o profesionales tuyos,
ni te desentiendas de ellos porque crees que solo hay tiempo para ti. Dales
espacio, dales tiempo, dales conocimiento, dales desafíos; pero también respeta
sus espacios, sus tiempos, sus aprendizajes y sus logros.
Y jamás temas aprender de quien recién comienza.
Posiblemente tenga que enseñarte (sin saberlo) algo que tú no sabías y que te
toca aprender. Y recuerda que el truco no se trata de pretender ser quien no
eres o desafiar a hacer lo que no haces. Tu ejemplo enseña más que tus
palabras. Tampoco olvides desafiarlos a que no te imiten, sino que esas
personas luchen por encontrar su propia identidad y habilidades.
6. Maneja tu propio archivo
En tiempos actuales no basta tu palabra para sustentar tu
experiencia, ni las recomendaciones o referencias de la gente que te conoce.
Debes mostrar que le has dedicado tu vida a ser quien eres y ser el mejor en lo
que sabes hacer; por lo tanto, tómate tiempo para ir armando y administrando tu
propio archivo con fotos, videos, recortes periodísticos, entrevistas,
diplomas, en fin, todas las evidencias que sustenten tu trayectoria.
Ten un espacio físico y otro virtual dedicados exclusivamente
a guardar esa información. Ambos deben ser seguros y de fácil acceso para ti y
para personas de tu confianza, y a la vez deben estar protegidos de otras
personas que puedan alterarlos o desaparecerlos deliberadamente.
La utilidad de un archivo es doble: te permite reflexionar
sobre todo lo que has recorrido (y ver si necesitas innovar algo), y es de
mucha utilidad cuando los medios de comunicación te buscan para hablar sobre tu
vida y trayectoria.
Materiales como álbumes, armarios, y por supuesto el uso de
los sistemas de almacenamiento en línea que ofrecen diversas plataformas,
especialmente de fotos y videos, te serán de mucha utilidad. Aprende a
utilizarlos. Quien sabe en el futuro te permitan armar una especie de museo
personal con lo que hiciste y fuiste en el presente.
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Gracias a Pedro
Changanaquí por compartirnos las imágenes de su archivo personal que
ilustran este artículo.
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