Millones de personas son víctimas a diario en todo el mundo por el simple hecho de ser quienes son y no parecerse al “estándar social” predominante.
¿Pueden
ser los gimnasios o campos de entrenamiento otros espacios
donde los acosadores pueden encontrar nuevas víctimas, o insistir con las que
ya lo son? La respuesta es sí, y mucho va a depender de ti, entrenador, el que esto se evite o
se corrija.
El bullying
consiste en que durante un tiempo sostenido se acosa a alguien con la finalidad
de herirle en su autoestima, o para forzar a que se segregue de cierto
grupo de personas. Las agresiones pueden ser físicas, psicológicas, verbales, sexuales, sociales y
hasta laborales (mobbing).
La razón
por la que no debes permitir el bullying en tu gimnasio o campo de
entrenamiento es tan simple como que quienes asisten van a aprender y
perfeccionarse compitiendo consigo mismos; por lo tanto, si detectas que el
espíritu competitivo da paso a la agresión hacia a el oponente, debes cortar la situación de inmediato.
Lo ideal
sería que tu espacio tenga una regla escrita clara al respecto (ejemplo: aquí
no permitimos el bullying). Pero lo cierto es que con regla o sin regla, los
acosadores siempre buscarán la forma de agredir. Por eso, aquí te damos algunas
ideas urgentes que puedes aplicar mientras las partes buscan ayuda profesional
especializada para sanar esa situación.
Como
entrenador
- Ten
claras tus reglas de conducta: Deben basarse en
el respeto, deben demostrarse con actos concretos. Si tus alumnos ven que
agredes, aunque les reprendas, entenderán que tienen una autorización sobreentendida
para agredir.
- Selecciona
con cuidado las maneras cómo vas a motivar a tu alumno: Compararle con un tercero no es la mejor idea;
o si no hace la rutina con la intensidad que tú esperas, antes que
descalificarle, lo mejor sería indagar por qué su rendimiento no es el deseado.
- No hagas
bando ni con los agresores ni con el agredido: Más que neutral, recuérdales que tú eres la autoridad en la sala o el campo,
así que si no son capaces de respetarse entre sí, al menos que te respeten a
ti; no tienes que gritarlo sino decirlo firme.
- No
ignores la agresión; tampoco la alientes: Haz que el gimnasio o campo de entrenamiento
sea un lugar amable para todos, pero tampoco hagas de cuenta que
nada pasa porque la indiferencia, en este caso, es más peligrosa que cualquier
tipo de acción, puesto que puede interpretarse como asentimiento o complicidad.
Contra
el agresor o los agresores
- Una vez
hayas identificado quién o quiénes agreden, habla por separado y en privado. Tu
mensaje debe ser claro y firme: al menos dentro del
gimnasio o el campo de entrenamiento, esa conducta no está permitida.
- Si quien o quienes agreden reinciden en la conducta, llámales la atención en público. El mensaje y el tono deben ser exactamente los mismos. Si puedes agregar que no vas a tolerarlo una vez más, eso podría funcionar.
- Si ambas medidas anteriores no tienen efecto y tu gimnasio o campo de entrenamiento tiene una política anti-bullying escrita, aplica la máxima sanción.
- Nunca dejes que quien o quienes agreden te integren a su bando. Usualmente, quien o quienes agreden se fortalecen cuando le hacen creera la víctima que no se trata de él o su grupo sino que hay muchas más personas de su lado. Cuando tú les dices que no eres parte de su agresión, ésta comienza a debilitarse.
- Si quien o quienes agreden son menores de edad, contacta a sus padres o apoderados y explica la situación, así como tu posición al respecto.
- No
agregues rutinas extenuantes de entrenamiento como castigo. La
verdadera penalidad para quien o quienes agreden no es hacer dos series más o
quedarse media hora más, sino tener el acceso restringido al espacio o
los servicios que ofreces.
- Es
probable que quien o quienes agreden cancelen su membresía o matrícula. No lo
veas como una pérdida; velo como una acción afirmativa que busca proteger la
experiencia positiva de ejercitarse en el gimnasio o campo de entrenamiento.
Con la
víctima
- Habla en privado y déjale claro que debe tomar acción para bloquear las agresiones de un modo asertivo, y que tú no ves razón alguna para que se avergüence, sienta temor o culpa.
- Si
necesita hablar contigo, dale el espacio y el tiempo adecuados. Recuerda que tú
eres la autoridad en el gimnasio o el campo de entrenamiento; entonces, si no
eres confiable, ¿en quién más podría desahogar lo que siente? Revisa esta guía si
necesitas más orientación.
- No basta con decir “tienes que ser fuerte”; hay que darle ideas eficaces e inteligentes para lograrlo. Si posees los recursos pedagógicos o psicológicos adecuados, ofrécelos; si no, refiere a la víctima hacia ayuda profesional especializada. Mucha de ella es gratuita.
- Sobre lo
anterior, jamás aconsejes responder una agresión con otra agresión mayor: la violencia solo genera más
violencia, y a final de cuentas quien saldrá más magullado serás tú.
- No
revictimices, es
decir que no expongas a la víctima a una nueva agresión; tampoco la
sobreprotejas.
- Usa el
entrenamiento para darle seguridad y valor, pero eso no significa extenuarle
sino que aprenda a sentir orgullo de sus logros y que entienda que se
consiguieron en base a su esfuerzo. Es una forma muy práctica de irle educando
en su autoestima.
- Si te hemos recomendado no ser parte del bando agresor, tampoco formes un bando con el agredido. Mantente al centro pero abierto a resolver los conflictos que surjan entre ambas partes.
- Y no olvides que si la víctima es menor de edad, contacta a sus padres o tutores para coordinar un círculo de apoyo que provea las herramientas y recursos para superar los episodios de agresión.
- Si la víctima decide cancelar su matrícula o membresía, dale el tiempo y el espacio. Probablemente lo necesita para pensar bien las cosas. Eso sí: déjale claro que las puertas siempre le van a estar abiertas.
Si necesitas más orientación, escríbenos a nuestra cuenta de Twitter o a nuestro correo electrónico: chulucanasgym@gmail.com
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