Cada centímetro de músculo que ganamos debería convertirse en un año más de vida; pero ¿es así?
Cualquier cuerpo musculado nos llama la atención. El solo hecho de que esté encima del promedio es motivo suficiente para despertar nuestra curiosidad, admiración, o hasta envidia. El desarrollo muscular está asociado con la salud. La lógica nos dice que si una persona es capaz de lograr cierta estética, es porque ha seguido un régimen de actividad física y alimentación tan sana que otro resultado no se podía esperar.
Hasta hace cien años, ese razonamiento era
totalmente válido. Pero, desde que comenzó la sintetización de alimentos
orientados a estimular el desarrollo muscular, manipulando una parte o todo
nuestro metabolismo, las cosas no pintan tan saludables. “Los fisicoculturistas, en realidad, son
personas enfermas”, aseveró Ramos Puig, especialista en musculación.
“Una persona que desarrolla sus músculos toma
tanta cosa sintética que hace que su cuerpo deje de producir las mismas
sustancias que se forman naturalmente dentro suyo“”, dijo ante un auditorio
compuesto principalmente por
instructores de gimnasio. “Entonces,
como éste ya no produce sus hormonas, ese deportista pasa a depender de lo
sintético si es que quiere conservar la forma”, agregó el 25 de marzo de 2011,
en la ciudad de Piura, Perú.
Esto trae otro problema que desborda el terreno
deportivo: el estrés. “Este deportista está tan preocupado de si gana o pierde
masa, que termina agregando tensión sicológica, que disminuye su rendimiento”, explicó Puig. Esto decrece la masa muscular, y ahí
comienzan los problemas de abuso de sustancias que se administran, sin control,
con tal de compensar lo perdido, en algunos casos con marcadas dosis de ansiedad o pánico.
Las
consecuencias siempre terminan en la somatización del estrés. Una manifestación
puede ser la hipertensión. Tras la charla a la que asistí, decidí tomarme una
cremolada, mientras el resto de instructores me miraba con terror ya que la
consideran una bebida prohibida. Pero,
esto es Piura, hace calor, y yo necesito algo helado y rico. Y no sería mala
idea que siguieran mi ejemplo.
Las espinacas de Popeye
Los alimentos sintéticos para deportistas,
vendidos abierta o clandestinamente, están disponibles particularmente en los
lugares donde los gimnasios han florecido más robustamente. Muchos de ellos proporcionan energía extra
para resistir el entrenamiento, reducen el índice de grasa corporal mediante la eliminación de
líquidos retenidos, y prometen el aumento de masa muscular. También están los
que incrementan súbitamente energía y masa: los esteroides.
Como en casi todo el mundo, estas sustancias se
consiguen a través de instructores o personas ligadas a los gimnasios. Algunos instructores niegan su uso, pero
reconocen su existencia. Muchos de estos productos no tienen restricciones
legales en varios países y circulan entre ellos mayormente de contrabando.
En los Estados Unidos, la Oficina Federal de Investigación (FBI,
por sus siglas en inglés) logró desarticular redes de tráfico de esteroides,
que metían comprimidos e inyectables
desde el paso fronterizo Tijuana-San Diego, y los distribuía por toda la
costa oeste, incluyendo Venice Beach, California, cuna del físico culturismo
actual. El FBI encontró que muchas de
estas sustancias terminaban en manos de beisbolistas y jugadores de fútbol
americano famosos, quienes terminaron
revelando que sus victorias venían con trampa.
No sólo los esteroides en todo el sentido de la
palabra son peligrosos; muchos suplementos, cuando se vuelven
adictivos, crean efectos secundarios que terminan en insuficiencias renales o
trombosis coronarias. El mismo Ramos
Puig dijo que la ayuda sintética es buena sólo cuando es necesaria (ante la
mirada atónita de muchos instructores), y en dosis reducidas.
Lo primero que se debe probar es el cambio por
una rutina que privilegie los músculos más débiles con tal de conseguir
armonía. Si eso no funciona, se puede considerar el suplemento. “Si se entrena
para competición, los resultados se pueden ver en un año… o dos, dependiendo de
la persona”, affirmó. A pesar de ello,
varios instructores insisten en que pueden conseguir logros en medio año; pero,
esto sólo es posible con esteroides.
El problema de su uso viene con el tiempo:
cánceres súbitos, males hepáticos, dificultades congénitas, obesidad mórbida,
sólo por mencionar el caso de Piura, Perú, que aún no ha sido investigado a
profundidad. “Por eso, muchos
culturistas, en vez de ser símbolos de salud, terminan siendo las personas más
enfermas del mundo”, concluyó.
El complejo de Hércules
desde Grecia, la musculación masculina tenía
que ver con una política de salud pública, que terminó creando un canon estético. Con el tiempo, músculo se relacionó con
fuerza, y ésta con poder; entonces,, en una sociedad marcadamente patriarcal,
terminó siendo el símbolo de la masculinidad.
Especialistas como la psicóloga Marisa
Bobadilla, del Programa de Género
de Radio Cutivalú (Piura, Perú), subrayaron que el músculo no determina si un varón
lo es en mayor omenor grado. De hecho,
propugna que la masculinidad –y la feminidad- tiene que ver con el desarrollo
de competencias y talentos, y el modo cómo la persona las potencia en tanto
sujeto activo para el desarrollo de una comunidad. Algo completamente
extra-deportivo, pero cuya base es el
deporte.
Aún así, hay aficionados que siguen haciendo la
relaciónm músculo=masculinidad, aunque muchos terminen pareciéndose a johnny
Bravo, esto es, bien desarrollados de la cintura para arriba, pero pésimos del
resto. Ello se debe a un prejuicio
generalizado entre alumnos –y varios instructores—que tacha de homosexuales a
los varones que entrenan piernas.
Instructores de mayor experiencia, como el
emblemático Lucho Bulnes, en la ciudad de Sullana, Perú, insisten en que la
musculación debe ser integral, porque cada músculo tiene una función que
cumplir. Y en lo que respecta a las
piernas (y glúteos), si no se las desarrolla como el resto del cuerpo, no
podrán sostener eficientemente el peso del tórax. Sobre el prejuicio, Bulnes ha dicho que es
sólo eso: un prejuicio.
¿Cuántos instructores conocen de fisiología?
Por ello, también es cuestionable la facilidad con que recomiendan sustancias
sintéticas –cuando no, esteroides- sin
tomar conciencia, y sin advertir al alumno de las contraindicaciones, o los
riesgos a corto y largo plazo. Afortunadamente, esta información más confiable
sí está disponible, tal como ocurrió en la charla a la que asistí, o en
sitios de Internet.
El problema está en cómo se replica lo
aprendido, y de qué manera se puede controlar que los gimnasios, sin dejar de
lado el negocio, sean centros de salud, donde la gente gane vida… y no todo lo
opuesto.
Producido y editado por Nelson Peñaherrera y Estany Tineo. Con
aportes de Luis Correa yJuan Carlos Torres. NOTA: No recomendamos el uso de
cualquier suplemento o aditivo hormonal si no es prescrito por un médico de
confianza.
© 2011 por Asociación Civil FACTORTIERRA. Todos los derechos
reservados.
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